La ira surge cuando vemos frustrada la satisfacción de nuestras necesidades. Algunos autores plantean que incluso se trata de una emoción secundaria, que enmascara a una primaria como la tristeza o el miedo, pues estas dejan en evidencia nuestra vulnerabilidad tanto con nosotros mismos, como con las demás personas, asà que tendemos a ocultarla y damos paso a emociones relacionadas con el enojo. Sin embargo, las relaciones más profundas y genuinas son aquellas en las que dos o más seres pueden mostrar su vulnerabilidad sin temor a ser lastimados, mientras que las otras personas empatizan y no dañan a partir de la vulnerabilidad de los otros.
Les dejamos este emocionario sobre la ira, para enriquecer su lenguaje emocional y aprender a identificar matices dentro de esta emoción.
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