La teoría de la comunicación humana de Watzlawick plantea que los problemas de comunicación entre las personas se deben a que no siempre tenemos el mismo punto de vista que nuestros interlocutores. La falta de cumplimiento de determinadas reglas comunicativas provoca fallos en la comprensión mutua y patrones de interacción patológicos.
Las aportaciones de Watzlawick se enmarcan en el enfoque interaccional de la psicoterapia, que tiene su máximo exponente en el Mental Research Institute de Palo Alto. Allí, Watzlawick desarrolló y sistematizó el trabajo realizado por referentes como Don Jackson y Gregory Bateson. Sus esfuerzos fueron determinantes en el surgimiento de las terapias sistémicas y familiares.
Vida y obra de Paul Watzlawick
Paul Watzlawick (1921-2007) fue un psicoterapeuta austriaco que formó parte de la Escuela Interaccional de Palo Alto. Él y otros teóricos del Mental Research Institute desarrollaron una teoría sobre la comunicación que constituyó una aportación fundamental para el futuro de este área y de la terapia familiar.
Watzlawick se doctoró en filosofía y se graduó en psicología analítica en el Instituto Carl Jung de Zurich. Trabajó como investigador en la Universidad de El Salvador antes de unirse al Mental Research Institute. También trabajó como profesor de psiquiatría en la Universidad de Stanford.
A partir de sus investigaciones con familias, Watzlawick describió una teoría de sistemas centrada en la comunicación que posteriormente sería conocida como “enfoque interaccional”. Este modelo concibe la comunicación como un sistema abierto en que se intercambian mensajes mediante la interacción.
La obra de Watzlawick se basó en la teoría del doble vínculo, desarrollada por sus compañeros Bateson, Jackson, Haley y Weakland para explicar la esquizofrenia. No obstante, la influencia de Watzlawick en el campo de la comunicación probablemente fue mayor que la del resto de miembros de la Escuela de Palo Alto.
El Mental Research Institute de Palo Alto
El Mental Research Institute, abreviado habitualmente como “MRI”, fue fundado por Don Jackson en 1958 en la ciudad de Palo Alto, California. En muchos casos se hace referencia a la tradición terapéutica del MRI como“Escuela Interaccional de Palo Alto”.
Durante las décadas posteriores el MRI se convirtió en una institución muy prestigiosa. Allí colaboraron un gran número de autores influyentes en lasterapias sistémicas, familiares y existencialistas, como Richard Fisch, John Weakland, Salvador Minuchin, Irvin Yalom, Cloé Madanes, R. D. Laing y el propio Watzlawick.
La Escuela Interaccional de Palo Alto promovió el desarrollo de terapias breves y basadas en la investigación científica que ponen el foco en la interacción entre personas, especialmente a nivel familiar. Con los años la orientación del MRI ha evolucionado hasta planteamientos cercanos al constructivismo.
Axiomas de la teoría de la comunicación
Según Watzlawick, Jackson, Beavin y Bavelas, la comunicación adecuada depende de que se cumplan una serie de axiomas. En caso de que alguno de ellos falle pueden producirse malentendidos comunicativos.
1. Es imposible no comunicar
Cualquier conducta humana tiene una función comunicativa, incluso aunque esto se intente evitar. No sólo comunicamos mediante palabras, sino también con nuestras expresiones faciales, nuestros gestos e incluso cuando guardamos silencio, así como cuando usamos las técnicas de descalificación, entre las que destaca la estrategia del síntoma.
Watzlawick llama “técnicas de descalificación” a los modos de comunicación anómalos mediante los cuales algunas personas invalidan sus propios mensajes o los de otros, por ejemplo dejando las frases sin acabar. La estrategia del síntoma consiste en atribuir la falta de comunicación a estados físicos y mentales, como la embriaguez, el sueño o el dolor de cabeza.
2. El aspecto de contenido y el de relación
Esta teoría plantea que la comunicación humana se da en dos niveles: uno de contenido y otro de relación. El aspecto de contenido es aquello que transmitimos verbalmente, es decir, la parte explícita de los mensajes. Este nivel comunicativo se encuentra supeditado a la comunicación no verbal, es decir, al aspecto de relación.
Los aspectos relacionales de los mensajes modifican la interpretación que hace el receptor de su contenido, como sucede con el tono de ironía. La metacomunicación, que consiste en dar información sobre los propios mensajes verbales, depende del nivel relacional y es una condición necesaria para que la comunicación entre el emisor y el receptor tenga éxito.
3. La modalidad analógica y la digital
Este principio básico de la teoría de Watzlawick está íntimamente relacionado con el anterior. De forma sintética, este autor plantea que la comunicación tiene una modalidad analógica y otra digital; el primer concepto indica una transmisión cuantitativa de información, mientras que en el nivel digital el mensaje es cualitativo y binario.
Así, mientras que en el aspecto de contenido de la comunicación el envío de información es digital (o se transmite un mensaje o no se transmite), el aspecto relacional se da de modo analógico; esto implica que su interpretación es mucho menos precisa pero potencialmente más rico desde un punto de vista comunicativo.
4. La puntuación otorga significado
Watzlawick opinaba que la comunicación verbal y no verbal tienen un componente estructural que resulta análogo a la puntuación propia del lenguaje escrito. Mediante la secuenciación del contenido del mensaje somos capaces de interpretar relaciones de causalidad entre eventos, así como de compartir información con el interlocutor satisfactoriamente.
Las personas frecuentemente nos focalizamos sólo en nuestro punto de vista, ignorando el de aquellas con quienes hablamos y entendiendo nuestra propia conducta como reacción a la del interlocutor. Esto lleva a la creencia errónea de que existe una única interpretación correcta y lineal de los acontecimientos, cuando en realidad las interacciones son circulares.
5. Comunicación simétrica y complementaria
La división entre comunicación simétrica y complementaria se refiere a la relación que existe entre dos interlocutores. Cuando ambos tienen un poder equivalente en el intercambio (p. e. conocen la misma información) decimos que la comunicación entre ellos es simétrica.
Por contra, la comunicación complementaria se da cuando los interlocutores tienen un poder informativo distinto. Hay varios tipos de intercambios complementarios: uno de los interlocutores puede intentar neutralizar el intercambio, dominar la interacción o bien facilitar que la otra persona lo haga.
FUENTE
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El mito de la caverna de Platón es una de las grandes alegorías de la filosofía idealista que tanto ha marcado la manera de pensar de las culturas de Occidente.
Entenderla significa conocer los estilos de pensamiento que durante siglos han sido los dominantes en Europa y América, así como los fundamentos de las teorías de Platón. Veamos en qué consiste.
Platón y su mito de la caverna
Este mito es una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, y aparece en los escritos que forman parte del libro La República. Se trata, básicamente, de la descripción de una situación ficticia que ayudaba a entender el modo en el que platón concebía la relación entre lo físico y el mundo de las ideas, y cómo nos movemos a través de ellos.
Platón empieza hablando sobre unos hombres que permanecen encadenados a las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de ella nunca y, de hecho, sin la capacidad de poder mirar hacia atrás para entender cuál es el origen de esas cadenas.
Así pues, permanecen siempre mirando a una de las paredes de la caverna, con las cadenas aferrándolos desde atrás. Detrás de ellos, a una cierta distancia y colocada algo por encima de sus cabezas, hay una hoguera que ilumina un poco la zona, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón equipara a las artimañas que realizan los tramposos y los embaucadores para que no se noten sus trucos.
Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan con ellos objetos que sobresalen por encima del muro, de manera que su sombra es proyectada sobre la pared que están contemplando los hombres encadenados. De este modo, ven la silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van, etc.
Luces y sombras: la idea de vivir en una realidad ficcionada
Platón sostiene que, por estrambótica que pueda resultar la escena, esos hombres encadenados que describe se parecen a nosotros, los seres humanos, ya que ni ellos ni nosotros vemos más que esas sombras falaces, que simulan una realidad engañosa y superficial. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los distrae de la realidad: la caverna en la que permanecen encadenados.
Sin embargo, si uno de los hombres se liberase de las cadenas y pudiese mirar hacia atrás, la realidad le confundiría y le molestaría: la luz del fuego haría que apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver a la zona oscura.
Para poder captar la realidad en todos sus detalles tendría que acostumbrarse a ello, dedicar tiempo y esfuerzo a ver las cosas tal y como son sin ceder a la confusión y la molestia. Sin embargo, si en algún momento regresase a la caverna y se reuniese de nuevo con los hombres encadenados, permanecería ciego por la falta de luz solar. Del mismo modo, todo lo que pudiese decir sobre el mundo real sería recibido con burlas y menosprecio.
El mito de la caverna en la actualidad
Como hemos visto, el mito de la caverna reúne una serie de ideas muy comunes para la filosofía idealista: la existencia de una verdad que existe independientemente de las opiniones de los seres humanos, la presencia de los engaños constantes que nos hacen permanecer lejos de esa verdad, y el cambio cualitativo que supone acceder a esa verdad: una vez se la conoce, no hay marcha atrás.
Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la manera en la que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar sin que nos demos cuenta de ello. Veamos de qué manera las fases del mito de la caverna de Platón pueden corresponderse con nuestras vidas actuales:
1. Los engaños y la mentira
Los engaños, que pueden surgir de una voluntad de mantener a los demás con poca información o de la falta de progreso científico y filosófico, encarnaría el fenómeno de las sombras que desfilan por la pared de la caverna.
2. La liberación
El acto de liberarse de las cadenas serían los actos de rebeldía que solemos llamar revoluciones, o cambios de paradigma. Por supuesto, no es fácil rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario. En este caso no se trataría de una revolución social, sino de una individual y personal.
3. La ascensión
La ascensión a la verdad sería un proceso costoso e incómodo que implica desprenderse de creencias muy arraigadas en nosotros.
Platón tenía en cuenta que el pasado de las personas condiciona el modo en el que experimentan el presente, y por eso asumía que un cambio radical en la manera de entender las cosas tenía que acarrear necesariamente malestar e incomodidad. De hecho, eso es una de las cosas que quedan claras en su forma de ilustrar ese momento mediante la idea de alguien que trata de salir de una cueva en vez de permanecer sentado y que, al llegar al exterior, recibe la luz cegadora de la realidad.
4. El retorno
El retorno sería la última fase del mito, que consistiría en la difusión de las nuevas ideas, que por chocantes pueden generar confusión, menosprecio u odio por poner en cuestión dogmas básicos que vertebran la sociedad.
Sin embargo, como para Platón la idea de la verdad estaba asociada al concepto de lo bueno y el bien, la persona que haya tenido acceso a la realidad auténtica tiene la obligación moral de hacer que el resto de personas se desprendan de la ignorancia, y por lo tanto ha de difundir su conocimiento.
Esta última idea hace que el mito de la caverna de Platón no sea exactamente una historia de liberación individual. Es una concepción del acceso al conocimiento que parte de una perspectiva individualista, eso sí: es el individuo el que, por sus propios medios, accede a lo verdadero mediante una lucha personal contra las ilusiones y los engaños, algo frecuente en los enfoques idealistas al fundamentarse en premisas del solipsismo. Sin embargo, una vez el individuo ha alcanzado esa fase, debe llevar el conocimiento al resto.
Eso sí, la idea de compartir la verdad con los demás no era exactamente un acto de democratización, tal y como la podríamos entender hoy día; era, simplemente, un mandato moral que emanaba de la teoría de las ideas de Platón, y que no tenía por qué traducirse en una mejora de las condiciones materiales de vida de la sociedad.
Me levanté temprano a la mañana y salí corriendo a mirarme en el espejo. Algo había cambiado: las estrellas se fueron a vivir a mi ojos y fue así que me volví más frágil, para doblarme sin romperme, para decir la más cruda verdad sin herir, para contarme sin prejuicios lo que me daba miedo aceptar. Me contemplé en silencio por largo rato, con la mirada brillante me pregunté por cuánto tiempo había esperado este instante deseado en el que me convertiría en mi misma, en dónde ya no me haría falta ni pedir más ni buscar más porque ya lo tenía todo. Comencé a volverme ajena de lo complicado, a separarme de los rencores, ausentarme del ruido en mi cabeza y me acerqué al silencio, a mi alma y a mis amaneceres. Desde aquel día, las paredes que me rodeaban fueron cayendo una a una, luego el techo, luego el piso. Y sentí el viento rozar mi piel desnuda, se desataron los cordones que sujetaban mi corazón y empecé a vivir, como nunca antes me había animado a hacerlo, sin querer ya encajar en ningún molde, respetando mis tiempos, mis ciclos, amándome como nunca antes y descubriendo que yo misma me encarcelé y ahora yo misma me liberé...
ƝƛƬƛԼƖƛ ԼЄƜƖƬƛƝ
Si bien el diálogo socrático fué desarrollado por el filósofo Sócrates en la antigua Grecia, cuando mediante preguntas y cuestionamientos buscaba la reflexión del interlocutor, teniendo como objetivo que este tuviera en cuenta otros puntos de vista (diferentes al sostenido por él), ampliando así el conocimiento y dando a luz una verdad, Viktor Frankl es quien ha desarrollado el diálogo en un sentido socrático, como parte fundamental de su método psicoterapéutico, que es la Logoterapia.
La logoterapia se centra en que la persona se haga consciente de su propia libertad de decisión, respondiendo ante sí misma por su vida y asumiendo la angustia que la libertad conlleva.
Esta responsabilidad se relaciona con el estar abierto al mundo de manera auténtica, con los valores y con encontrarle un sentido a la vida.
El diálogo socrático en Logoterapia es el instrumento que emplea el facilitador en búsqueda del sentido.
En Logoterapia, el diálogo socrático, forma parte del estilo del encuentro terapéutico y por medio de preguntas, señalamientos y descripciones, se ayuda al consultante a tomar consciencia de su libre voluntad, facilitándole que dé respuestas por sí mismo a lo que la vida le plantee.
Una vez que el consultante se hace consciente de su libre voluntad, puede utilizar sus posibilidades para una vida más auténtica y plena de sentido.
Para que el encuadre logoterapéutico resulte adecuado, es precisa por parte del facilitar una actitud socrática, frente a sí mismo y frente al consultante (predominando la autenticidad y la disposición amorosa de entrega al otro). El facilitador debe tener el corazón abierto hacia la persona del consultante y acogerlo en su sufrimiento, confirmándolo no solo en su aquí y ahora, sino también en sus posibilidades de ser. La técnica debe ir acompañada de la actitud amorosa.
El diálogo socrático, al confrontar al consultante con su actitud inauténtica e irresponsable, utiliza la ironía y la ingenuidad, para facilitarle la consciencia de lo limitante de su actitud, poniendo en jaque su postura actual.
En mi experiencia profesional en consultorio, he comprobado que la logoterapia y el diálogo socrático, facilitan la consciencia de la propia libertad del consultante.
Estoy convencida desde mi experiencia, que el diálogo socrático, con todos sus aspectos metodológicos y actitudinales ( actitud socrática, pregunta socrática, señalamiento socrático), resultan claves para disparar en el consultante nuevas captaciones de la realidad y lograr cambios profundos de actitud con menor temor, permitiendo que el consultante se abra a la experiencia de la búsqueda del sentido.
He comprobado como el abordaje confrontacional del diálogo socrático, moviliza al consultante a llegar a ser una mejor versión de sí mismo, cuando hay aceptación, tolerancia y respeto por parte del facilitador a los ritmos y tiempos del consultante y del proceso en sí mismo.
La persona del facilitador aprende a confiar en la persona del consultante, con todo lo que trae y con su ser posible. En tanto el consultante, al ir confiando en la persona del facilitador se vá permitiendo salir al mundo dejándose ver, aún con la angustia del dejarse ver pero saliendo al encuentro del que tiene enfrente.
Clr PS Analia Forti
Mi agregado:
MAYÉUTICA: Término procedente del griego "maieutiké techné" (el arte de la comadrona) que fue utilizado por Platón para referirse a la segunda fase del método de investigación de Sócrates, comparando el arte de las comadronas con esta fase del método socrático, con la que pretendía ayudar a dar a luz a la verdad.
El método socrático era un método práctico basado en el diálogo, que constaba de dos fases: la ironía y la mayéutica , y con el que, a través del razonamiento inductivo, se podría esperar alcanzar la definición universal de los términos objeto de investigación. Con la ironía Sócrates pretendía hacer ver a su interlocutor su ignorancia, condición para poder investigar algo. Con la mayéutica, buscar una definición cada vez más universal del objeto de investigación, es decir, dar a luz a la verdad.
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.